COBLENZA Y AMBERES

Este otoño he podido viajar a estas dos ciudades tomando como base  Colonia, a donde llego por vuelo directo desde Gasteiz.

La zona en donde me alojo habitualmente es la de la estación y la catedral, para cargar lo menos posible con la mochila o la maleta. Esta vez la catedral tenía menos andamios que otras veces

Siempre hay que visitar la Catedral, y si hay suerte oir el organo

las reliquias de los Reyes Magos ( se supone) en la catedral de Colonia

y dar una vuelta por la orilla del Rhin

el puente Hohenzollern

 

Para completar el dia tomamos uno de los barcos que hacen paseos turísticos para ver las orillas desde el rio. Estas tres torres son algunos de los edificios modernos más característicos de Colonia, que evocan las antiguas grúas de los muelles fluviales.

Al día siguiente tomo el tren para, tras un viaje de una hora por la orilla del Rhin, llegar a COBLENZA

Al llegar a la estación ya se ve una de las fortalezas prusianas que dominan la ciudad, que tuvo un fuerte carácter militar. Despues de alojarme bajé hasta la orilla del Rhin

 

el continuo tráfico de barcazas por el Rhin

Aunque parezca un reloj es uno de los medidores de profundidad del rio, dato importante para el tráfico fluvial

Y luego a ver algunos edificios

la residencia del arzobispo elector de Trier

El palacio de los antiguos gobernantes de Coblenza, que es ahora un centro de congresos

Este es edificio que se construyó para la administración prusiana, después de que les adjudicaran esta región en el Congreso de Viena

fortaleza de Ehrenbreitstein

el telecabina a la fortaleza

Sobre la orilla derecha del Rhin se halla la fortaleza de Ehrenbreitstein a la que se puede llegar mediante un telecabina desde la orilla izquierda. Esta es la mayor de las cuatro fortalezas que construyeron los prusianos en Coblenza cuando se hicieron cargo de la región después de las guerras napoleónicas. Estaban escarmentados de los ataques franceses y, por si acaso, edificaron rápidamente estas fortificaciones. Cuando después de la guerra de 1870 se hicieron con Alsacia y Lorena, la frontera ya quedó más lejos, y los fuertes perdieron interés estratégico.

Aprovechando las numerosas estancias de la fortaleza, donde tantas milis y formaciones habrán hecho los soldaditos alemanes del XIX, han puesto varios pequeños museos o exhibiciones.

Desde el fuerte se tiene una magnífica vista de la ciudad de Coblenza, que está situada en la confluencia del Mosela con el Rhin y que debe su nombre a dicha «confluencia».

Al punto donde se unen los dos ríos lo llaman el «Deutsche Eck» que es algo así como «la esquina de Alemania». Para celebrarlo edificaron un monumento grandioso a Guillermo I, el primero de los emperadores  alemanes del siglo XIX.

Paseando por la ciudad en una plaza se encuentra esta columna, que refleja de forma muy didáctica las vicisitudes por las que ha pasado.

el antiguo colegio de los jesuitas

un ejemplo de arquitectura moderna nordica

En estos ríos son espectaculares las esclusas que se han construido para facilitar la navegación. En estos últimos metros del Mosela está la última de las 9 esclusas que hay desde aquí hasta la frontera francesa, desde donde el río desciende de unos 200 mts sobre el nivel del mar hasta los 65 mts a los que se encuentra Coblenza. En esta última se salva un desnivel de 5 mts, que también es aprovechado por una central hidroeléctrica de cuatro grupos

 

la torre de control de las esclusas

gabarra doble en la esclusa

Es de ver la habilidad de estos patrones de las barcazas, que meten la embarcación en la esclusa, sin que parezca que hay más de un palmo de holgura con las paredes.

Para que los peces puedan salvar la presa han construido esta moderna escala, de la que están muy satisfechos.

Lo que me gusta de Alemania es que te lo explican todo, pero en alemán, aunque los dibujos se entienden bien.

Uno de los objetivos de la visita a Coblenza era la de ver otro museo del ferrocarril que tiene allí la DB. La cosa fue un fracaso parcial, porque parece que abren solo en fin de semana, atendido por voluntarios, pero se puede fisgar entre bastantes locomotoras que tienen aparcadas en la zona exterior.

Una de las joyas de los ferrocarriles federales: la locomotora diesel del Trans Europe Express

Así que después volvemos al centro de la ciudad a tomar el tren para retornar a Colonia

estacion de Coblenza

De vuelta a Colonia, y para hacer tiempo hasta el viaje a Amberes fui a visitar una exposición fotográfica en el museo de la ciudad, que está para lo demás cerrado por obras, sobre la exposición internacional de París de 1937 donde Alemania y la ciudad de Colonia presentaron sendos pabellones.

el pabellon aleman a la izquierda y el de la URSS a la derecha

Foto de la Expo 1937, a la izquierda el pabellón alemán y enfrente el de la URSS

Te explican que a la Alemania nazi le tocó enfrente del pabellón de la URSS, que con sus estatuas de heroicos trabajadores iba a ser más alto que el de Alemania y entonces rápidamente los alemanes corrigieron el proyecto y lo hicieron aún más alto que el vecino.

En esta exposición fue donde se presentó el Gernika de Picasso en el pabellón español

Tras ver esto me fui a coger el Flixbus para Amberes, que hasta Dusseldorf utiliza uno de los trenes que ha montado esta compañía, el Flixtrain

Se ve que la compañía de autobuses ha comprado o alquilado unos cuantos vagones de tipo antiguo, de los que se han quedado en desuso con los nuevos trenes rápidos ICE, y ha montado unas cuantas líneas, que no compiten por rapidez pero si en precio, y que no desmerecen en puntualidad, al menos la que me tocó. Para los nostálgicos es bonito volver a los trenes con pasillo y departamentos.

Tras un trasbordo a bus en Dusseldorf, llegamos a AMBERES al caer la tarde y el autobús nos deja en la plaza de la princesa Astrid, justo junto a la estación de ferrocarril.

fachada principal de la estación de Amberes

Se dice el tópico de que la estación de Amberes es la catedral de las estaciones, y sí que es bastante recargada y monumental.

 

Desde la estación vamos hacia el río por el Meir, que es la calle comercial más transitada de la ciudad. También junto a la estación hay bastantes joyerías y tiendas de diamantes. No entiendo el interés y el precio que alcanzan estas piedrillas, que al fin y al cabo, no son más que pedazos de carbón, muy puro, pero carbon nada más.

la opera de Amberes

 

Hay edificios comerciales con aires palaciegos, y alguna galería comercial con derroche de purpurina, que me parece la apoteosis del mal gusto.

Llegamos al edificio del banco KBC, que en algún momento fue el edificio más alto de Europa. Es de 1930 y me recuerda un poco a la Telefónica de Madrid. Las figuras de la planta baja le dan un aire art deco

Siguiendo la ruta llegamos a la plaza Mayor, que también nos recuerda a la de Bruselas. Allí está también el Ayuntamiento con la fachada tapada, que se va a tirar unos años de obras. La estatua es de uno que le cortó la mano a un gigante  y que le dio nombre a la ciudad, pero no me interesó mucho la historia.

Y cerca encontramos a la catedral de Amberes. Es grande, pero vista la de Colonia todas parecen poca cosa.

Y por fin llegamos a las orillas del Escalda.  Creía que me iba a encontrar con un bonito paseo marítimo, pero nada de eso.

Todos los antiguos tinglados portuarios están de obras y vallados. Supongo que dentro de unos años será una magnífica zona de esparcimiento, pero de momento nada.

Me llamó la atención que entre el material que están quitando había un buen montón de tubos. Luego en el museo me enteré que a partir de 1880 instalaron un sistema hidráulico por todo el puerto para mover las grúas, a partir de una instalación central que bombeaba fluido y supuse que serían parte este sistema.

Y siguiendo por el curso del río se llega a una zona de dársenas, ahora dedicadas al ocio, donde han construido el museo MAS.

Es un edificio de 10 plantas en cada de una las cuales hay una exhibición, unas más interesantes que otras. A mi me gustaron la dedicada a la historia de la ciudad y la del puerto. Las demás prescindibles. Las exhibiciones son de pago, pero el acceso a la azotea a través de los diez tramos de escalera mecánica es libre, y merece la pena asomarse  para ver una panorámica completa de la ciudad

vista del rio corriente arriba

y vista hacia la desembocadura

en el Skyline de la ciudad destacan la catedral y el edificio KCB

En la azotea recuerdan cómo tras la toma de la ciudad por los aliados en 1944, los alemanes les estuvieron bombardeando con las V2 para dificultar que pudiera poner el puerto en marcha para abastecer a las tropas que marchaban sobre Alemania, causando bastantes víctimas civiles.

plano de la ciudad en el siglo XVI

Volviendo por la orilla rio arriba, tenÍa interés en llegar al túnel de Santa Anna

edificio de entrada al túnel de Santa Anna

Es un túnel peatonal, y bicicletero, que atraviesa el fondo del rio Escalda. Se baja en ascensor o por dos tramos de largas escaleras mecánicas de escalones de madera y tiene una longitud de 572 mts, según informan en los azulejos, Creo que fue construido hacia 1934 y estaría bien si no fuera por el miedo que dan las bicicletas que pasan zumbando junto a los peatones.

 

vista de Amberes desde la orilla izquierda

Volviendo a la orilla derecha, arriba vemos quedan algunos edificios de las antiguas compañías comerciales como esta de «Entrepot du Congo» que nos recuerda la turbia historia colonial belga.

Y con esto ya di por concluida la visita a Amberes

La vuelta a Colonia con Flixbus también me permitió conocer la estación de Bruselas Norte donde hicimos un trasbordo y tener una fugaz visión de algunas ciudades como la holandesa Maastrich

en la estacion de Bruselas Norte

Esta parte de Bruselas se ve que es una antigua zona industrial y de canales, que ahora se ha llenado de torres de oficinas.

 

En el trayecto cruzamos el canal Alberto, construido en 1939, que une Lieja con Amberes. En su momento esperaban que sirviera también de línea defensiva contra los alemanes, pero en 1940 no les valió de nada a los belgas.

el canal Alberto

 

el rio Mosa a su paso por Maastrich

Ya Colonia, y como era domingo y llovía, que mejor plan que ir a la misa mayor en la catedral. Con el órgano, los cantos, la orquesta de trompetas y la procesión final le ponen a la Misa toda la solemnidad de otros tiempos.

Y a la tarde, como seguía lloviendo, a la Opera, para ver una opereta de Offenbach. Como los diálogos eran en alemán no me enteré de nada, pero no creo que importase porque el guión parecía totalmente absurdo y lo bonito era la música.

entrada a la opera de Colonia

Yo creia que el edificio sería más clásico, pero me encontré con que era lo más parecido a un hangar.

Y así termina este  viaje. Al día siguiente, madrugar, vuelo y a casa.

 

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